Fuentes de financiación externas: descubre qué son y sus tipologías

25/09/2021 | Santander Universidades

Según el IX Informe sobre la financiación de las pymes en España, existen unas 3,5 millones de pymes en este país, de las cuales el 34,8% han tenido la necesidad de recurrir a fuentes de financiación externas. Si se observan los datos de las pymes con más de 10 empleados, el porcentaje se eleva hasta el 59,5%.

En la actualidad, existen muchas fuentes de financiación externas que se pueden utilizar para sufragar las actividades de una empresa. Si quieres indagar más acerca de las opciones de fuentes de financiación externas que hay a día de hoy, te lo explicamos a continuación.

¿Qué es una fuente de financiación externa?

Una fuente de financiación externa consiste en todos aquellos recursos económicos que una empresa puede obtener de su entorno con el objetivo de invertirlo en su propio negocio. Esto es, bancos, inversores y otras entidades prestan dinero a las empresas para que puedan ampliar su capital y, de esta manera, cubrir sus necesidades. Sin embargo, a diferencia de las fuentes de financiación internas, que provienen de los recursos que genera la propia empresa, el capital de financiación externa será devuelto con intereses a su emisor en la mayoría de ocasiones. 

Según el informe anteriormente citado, la mayoría de las pymes requiere de financiación externa para el circulante (67,5%), el equipo productivo (28,1%), inmuebles (11,2%) o innovación (2,7%). Solo el 0,6% de las empresas precisa financiación externa para procesos de expansión nacional, mientras que el 0,2% la necesita para expandirse internacionalmente.

Clasificación de las fuentes de financiación externas

Combinar porcentajes de distribución de financiación externa e interna puede resultar realmente beneficioso para el crecimiento y el buen funcionamiento de una empresa, aunque un modelo de negocio con una elevada financiación externa puede resultar peligroso. En la actualidad,  existe una gran variedad de fuentes de financiación a las que las empresas pueden recurrir. Estas se dividen en dos grandes grupos: 

  • Según el plazo de devolución: la deuda adquirida se clasifica según el tiempo que transcurre hasta que se consigue devolver todo el capital prestado. De esta manera, pueden ser:
    • A corto plazo: se consideran fuentes de financiación a corto plazo aquellas en las que se establece un período de un año o menos para devolver los fondos obtenidos. 
    • A largo plazo: cuando el período de devolución se alarga más de un año, se denominan fuentes de financiación a largo plazo o financiación de recursos permanentes. 
  • Según el origen: las fuentes de financiación también pueden clasificarse en función de su origen. Mientras que las fuentes internas son aquellas que provienen del capital propio, denominadas en ocasiones como autofinanciación, las externas son aquellas en las que los fondos son ajenos a la empresa y que, por lo tanto, hay que devolver. 
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6 ejemplos de fuentes de financiación externas

Existen muchas formas de obtener capital externo de manera sencilla. Sin embargo, antes de recurrir a cualquiera de ellas, se debería tener en cuenta tanto el modelo de negocio como la cantidad máxima a financiar, así como el plazo de amortización, los intereses, el periodo de tramitación y el riesgo o las garantías exigidas. A continuación, encontrarás algunos ejemplos de fuentes de financiación externas a las que las empresas suelen recurrir de manera habitual.

Línea de crédito

Según el IX Informe de la financiación de la pyme en España, las líneas de crédito siguen siendo la opción preferida de las pymes con un 20,5% de adeptos. Su funcionamiento es similar al de las tarjetas de crédito, ya que se dispone de un límite máximo de capital al que la empresa puede recurrir en cualquier momento, pudiendo disponer tan solo de las cantidades que realmente necesite. 

La línea de crédito es una fuente de financiación externa con un tipo de interés bastante elevado. A cambio ofrece una gran flexibilidad para gestionar problemas de liquidez a corto plazo, por lo que se suele utilizar como fondo de maniobra en casos de emergencia. 

Préstamo bancario

Por otra parte, el 20,4% de las pymes siguen solicitando préstamos bancarios para financiarse de forma externa. Es un instrumento financiero muy conocido para iniciar un nuevo proyecto, comprar nuevos equipos para aumentar la producción u  obtener un mayor capital de trabajo, entre otras muchas razones. 

En este caso, la entidad bancaria presta el total de la cuantía acordada entre las partes. Por ello, la empresa tendrá que pagar mes a mes tanto el capital prestado como la cuota de intereses fijada. No obstante, es posible recurrir tanto a préstamos a corto plazo como a largo plazo. 

Aportación de capital por parte de socios o inversores externos

A pesar de que pueda parecer lo contrario, existen formas de financiación externa que no exigen la devolución total del capital de una forma tan rígida como los ejemplos anteriores. Las aportaciones de capital inicial o de ampliación por parte de socios o inversores externos permiten ampliar el capital de una empresa sin la necesidad de endeudarse.

Sin embargo, el coste del capital de esta fuente de financiación externa no es igual a cero. A cambio, los inversores que compran acciones de una empresa esperan recibir una rentabilidad futura de los beneficios generados. El reparto de beneficios se conoce como dividendos, y aunque no son obligatorios, sí que son necesarios para mantener la confianza de los inversores. 

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Leasing y renting

Uno de los modelos más innovadores de financiación externa son el leasing y el renting. Ambos tienen su origen a principios del siglo XX, aunque no empezaron a expandirse hasta después del año 60. Se trata de un modelo de pago por uso que se puede aplicar, por ejemplo, a la adquisición de maquinaria o de vehículos. 

En concreto, son modelos de alquiler en los que se paga una cuota por hacer uso de un bien material. En el leasing, el alquiler tiene opción de compra, que en ocasiones es obligatoria, mientras que con el renting solo se paga una cuota por el tiempo que se haga uso del bien material, sin opción de compra y con la obligación de devolverlo. A pesar de sus diferencias, ambas opciones permiten acceder a bienes sin necesidad de tener que pagarlos en su totalidad. 

Factoring

El factoring permite que las empresas puedan disponer de una mayor liquidez haciendo uso de las facturas impagadas por políticas de pago a largo plazo. Con esta fórmula, las empresas llegan a un acuerdo con las entidades financieras para que estas adelanten el pago de las facturas a cambio de una comisión.

De esta forma, las empresas pueden obtener liquidez y cubrir sus pagos a corto plazo sin necesidad de recurrir a otras fuentes de financiación externas. El factoring, frenado levemente por la pandemia, movió el año pasado casi 89.000 millones de euros en España.

Crowdfunding y crowdlending

El crowdfunding es otro modelo de financiación externa que ha aparecido recientemente. En este caso, se construye una red colectiva de financiación a través de internet en la que se presenta un proyecto, es decir, los participantes aportan una donación para que la iniciativa salga adelante a cambio de una recompensa futura. 

Por otro lado, en el crowdlending, similar al crowdfunding, los participantes se convierten en inversores y los donativos en préstamos, de forma que las empresas obtienen capital de varias fuentes de inversores individuales. Sin embargo, la cantidad obtenida se tendrá que devolver con intereses. Se espera que los préstamos realizados en la modalidad de crowdlending alcance los 48.000 millones dólares en EE.UU. en 2022.

 

Como has podido ver a lo largo del artículo, obtener capital de fuentes de financiación externa es habitual y necesario para el buen funcionamiento de las empresas. Encontrar el equilibrio entre la financiación interna y externa, así como elegir la fórmula más adecuada según las necesidades de cada empresa es crucial para obtener el rendimiento deseado. 

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