Tipos de evaluación que todo docente de educación superior debería conocer: nuevas tendencias y sus beneficios

24/08/2021 | Santander Universidades

Solo uno de cada tres profesores declara estar satisfecho con el actual modelo evaluativo, según el informe Volvemos a clase, del Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo y la Fundación SM, y tres de cada diez docentes considera que uno de los principales retos de su profesión es adaptar los diferentes tipos de evaluación a la enseñanza. De hecho, este reto docente se ve superado por el desafío que supone el repensar lo que significa aprender y enseñar de manera efectiva, así como la implementación de las nuevas tecnologías en el proceso de aprendizaje. 

De ahí que, en la actualidad, la evaluación sea uno de los aspectos con mayor protagonismo del ámbito educativo, ya que tanto entidades, docentes, padres, alumnos como la sociedad en general son más conscientes que nunca de la importancia y de las repercusiones del hecho de evaluar o de ser evaluado en el proceso enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, ¿conoces los diferentes tipos de evaluación que han surgido para dar respuesta a las necesidades educativas actuales y qué beneficios aportan? Te lo explicamos.

5 estrategias para rediseñar la evaluación universitaria

Como sostiene Idalberto Chaviano en La evaluación del aprendizaje: nuevas tendencias y retos para el profesor, es necesario aplicar readecuaciones permanentes de los diferentes tipos de evaluación para que contribuyan a crear un proceso que fomente y dirija el aprendizaje en correspondencia con las tendencias actuales de la pedagogía y la didáctica en la Educación Superior. 

Las nuevas tendencias del marco educativo consideran al alumno el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje y apuntan a que el conocimiento no tiene que ver solamente con la acumulación de contenidos, sino que este representa un medio para aprender a hacer y aprender a ser. Como señala Fernando M. Reimers, director del Programa de Política Educativa de la Universidad de Harvard, “el fin de la educación es producir una sociedad viable, no la evaluación”.

Hay muchos aspectos del desempeño de cada estudiante que no se pueden determinar mediante las pruebas tradicionales como el pensamiento crítico, el desarrollo interpersonal, la capacidad para resolver problemas y el aprendizaje profundo.

Por ello, los docentes de educación superior deben reflexionar e introducir en su modelo pedagógico nuevos tipos de evaluación que se adapten a las exigencias del siglo XXI. 

1. Diseño inverso

El diseño inverso consiste en un enfoque en el que se invierte el orden del proceso de aprendizaje tradicional. En primer lugar, los docentes fijan los objetivos prácticos que se quieren alcanzar con la formación; después, se establecen los tipos de evaluación que permiten obtener evidencias fehacientes de dichos resultados; y, por último, se planifican los contenidos. 

En este modelo, con la evaluación no solo se valoran los conocimientos teóricos, sino que también se analizan las habilidades prácticas, conocidas como soft skills. Los profesionales de la educación deben buscar de forma continua cómo mejorar el potencial de los universitarios y fomentar la reflexión para que logren sus objetivos personales, explican Marta S. de Peralta y Johana Marín en el ensayo Tendencias de la evaluación y sus perspectivas en la Educación Superior

Un ejemplo de centro que impulsa el diseño inverso es la Universitat Pompeu Fabra con su proyecto EDvolución. Se trata de un plan de transformación que aborda distintos enfoques pedagógicos, desde el diseño inverso en la docencia, hasta el aprendizaje basado en proyectos, pasando por trabajos cooperativos, reflexiones de casos, clases invertidas y actividades de servicio a la comunidad.

2. La implementación de nuevas tecnologías en las aulas

Un 71% de los docentes admite que la tecnología le ha permitido mejorar su metodología y capacidad de enseñar, tal y como señala un estudio de YouGov y Microsoft Education. La implementación de nuevas tecnologías, como el big data, en el aprendizaje permite utilizar métricas y softwares de análisis de datos para perfeccionar y personalizar otras formas de evaluación. 

Un ejemplo es el Mind Lab de un centro de educación superior de Nueva Zelanda en el que se está utilizando la inteligencia artificial para desarrollar herramientas de análisis de sentimientos. Con estas herramientas se investigan las actitudes y las emociones de los estudiantes de educación superior cuando interactúan en las redes sociales sobre su experiencia en el curso. 

Por otro lado, la herramienta Digital Learning Scorecard, de la Universidad de Iowa, utiliza el machine learning para identificar a los estudiantes con dificultades académicas. 

En ambos casos, la aplicación de la inteligencia artificial puede ayudar a interpretar las respuestas y personalizar algunas preguntas de un examen, según el estado personal y las capacidades del alumno.

3. Personalización

No todas las personas aprenden igual, ni todas disponen de las mismas capacidades, de acuerdo con la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner. Además, según los datos que se reflejan en el estudio Observatorio sobre los Efectos del Sistema de Evaluación por Notas Numéricas en los Escolares, el sistema tradicional de calificaciones numéricas tan solo evalúa la inteligencia lógica y la capacidad memorística, dejan de lado los otros tipos de inteligencia y generan en el alumno la falsa idea de que lo importante es aprobar y no aprender. De ahí la importancia de que los educadores utilicen todas las herramientas disponibles para personalizar la experiencia, adaptando así los exámenes a cada alumno, y medir su rendimiento.

Dos profesores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia, ofrecen ayuda personalizada a sus alumnos de ingeniería a través de la plataforma Smart Sparrow. En esta, los estudiantes resuelven problemas comunes de ingeniería con la ayuda de simulaciones interactivas y, a partir de la respuesta de cada alumno, el proceso de aprendizaje y la evaluación se adapta a su perfil.

Otro ejemplo es la Universidad de Pekín, en colaboración con la Universidad Internacional de La Rioja, que diseñó PERFORMun software que aprovecha los datos de los estudiantes para proporcionar recomendaciones individualizadas, observar los patrones de aprendizaje de los estudiantes de diferentes culturas y así adaptar su evaluación. 

4. Enfoque colaborativo

Otra de las tendencias educativas es la transición hacia un modelo colaborativo, que integre a los alumnos en el proceso de aprendizaje. Es, por tanto, un enfoque más inclusivo en el que los estudiantes dejan de ser actores pasivos para pasar a ser aprendices activos y en el que el papel del docente debe ser el de guiar y empoderar a los alumnos. Se trata de un modelo que, de acuerdo con el Horizon Report: Teaching and Learning Edition de Educause, es la mejor garantía para una metodología didáctica eficaz.

La Universidad de Sídney, por ejemplo, puso en marcha el proyecto piloto de la iniciativa Inventing the Future, que tiene como objetivo fomentar las habilidades de colaboración multidisciplinar mediante el desarrollo de productos: los estudiantes trabajan de manera conjunta en ideas, prototipos y búsqueda de financiación y, a través de este trabajo colaborativo, los alumnos valoran la calidad del resultado de su esfuerzo. 

5. Gamificación

La gamificación consiste en la ludificación del proceso de evaluación para lograr una mayor implicación por parte de los alumnos. Según el estudio de Gamification and active learning in higher education: is it possible to match digital society, academia and students' interests?, con este modelo se aumenta su nivel de motivación, se favorece el aprendizaje activo y se desarrollan habilidades relevantes y esenciales para el mundo laboral del siglo XXI.

En la Universidad de Granada, el proyecto de gamificación “$in Time”, ayudó a los alumnos del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte a mejorar su capacidad cardiorrespiratoria a través de una aplicación, con resultados superiores a los de otro grupo de compañeros que siguieron una metodología de enseñanza no gamificada y, por tanto, no utilizaron esta herramienta.

Beneficios de los sistemas de evaluación eficaces

Con la adaptación de los modelos evaluativos al nuevo contexto imperante, los educadores pueden conseguir un impacto real en sus alumnos:

  • Desarrollo personal y profesional: uno de los objetivos de la educación es lograr la capacitación personal y profesional de los estudiantes. Al adaptar el enfoque de enseñanza a las necesidades reales de los alumnos, esta meta se puede alcanzar con más facilidad. 

  • Motivación: los jóvenes ya no creen en las clases magistrales, donde el profesor diserta durante horas sobre una materia; abogan por un aprendizaje activo, donde adquieran conocimientos a través de la práctica. Por tanto, introducir nuevos tipos de evaluación más inclusivos y participativos estimula la motivación de los alumnos y disminuye la tasa de abandono de los estudios superiores. 

  • Pautas sobre cómo enfocar el proceso de aprendizaje: la información recabada durante el proceso de enseñanza y los datos multidisciplinares obtenidos a través de los diferentes tipos de evaluación permite que los docentes realicen una radiografía sobre su metodología, y conozcan en qué puntos está fallando, con el fin de que puedan rediseñar el proceso de enseñanza-aprendizaje para que sea más efectivo. 

Al fin y al cabo, como señala Arturo de la Orden, pedagogo y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, "la evaluación, al prescribir realmente los objetivos de la educación, determina, en gran medida, lo que los alumnos aprenden y cómo lo aprenden, lo que los profesores enseñan y cómo lo enseñan, los contenidos y los métodos; en otras palabras, el producto y el proceso de la educación, querámoslo o no, de forma consciente o inconsciente, están en algún grado canalizados por la evaluación". 

Los tipos de evaluación no solo sirven para descubrir el nivel de conocimientos y el desarrollo de competencias que han alcanzado los alumnos, sino que también permiten valorar el trabajo de los educadores y de las instituciones con el fin de obtener una información clave para mejorar la calidad de la formación. De este modo, se fortalece la educación y se pueden adaptar las prácticas docentes universitarias a las nuevas necesidades de los estudiantes.

Para lograr un proceso de aprendizaje y un método de evaluación efectivo, es imprescindible que la comunidad docente se repiense y adquiera las habilidades educativas necesarias para formar con éxito a las nuevas generaciones. 

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